LA FUNCIÓN DE LOS ENAMORADOS DEL LARA

De nuevo Maria Villarroya, en su segunda función en el Teatro Lara, consigue llegar al alma del público allí congregado.
Con un espectáculo el mismo día de San Valentín, parejas de todas las edades y grupos de amigos, se dieron cita para celebrar no sólo el día de los enamorados, también el día de amor y el corazón con una ceremonia digna de cupido.
El día, aunque frío, era perfecto para disfrutar de una velada teatral, disfrutar del día del amor con pareja o sin ella, el día era la excusa perfecta para salir a la calle y vivir un Día de los Enamorados lleno de arte, de música y de cultura.
El espectáculo posee una singularidad muy valiente. María Villarroya autora integral y artista plena, se enfrenta sola ante el público, con el apoyo único del guión de su experiencia, entrelazando las letras de sus poemas y canciones con el soporte musical de cuatro magníficos profesionales. Nos devuelve la fe en los musicales, en el trabajo bien hecho y en el saber que aún se hacen cosas distintas que no abusan de patrones “más de lo mismo”. Un descubrimiento sobre el que muchos deberían empezar a tomar nota.
Las canciones, plasmando el lado más humano de María, son espectaculares y su voz un lujo, que alcanza registros sobrehumanos, desde la obertura con su “Oficina de Objetos Perdidos” hasta ese final apoteósico de bolero, añadido extraordinariamente como pieza perfecta, para amantes y enamorados, en un día como el de hoy, da el colofón inmejorable que sólo las grandes divas saben transmitir. El público disfruta, se emociona, empatiza y vive la historia de María, una historia sencilla pero a la vez intensa que hay que contar y cuya visión es de los que saben ver y disfrutar más allá de los tópicos del género.
Con la cuidada y magistral dirección de Jaroslaw Bielski, profesional al que le avalan años de experiencia y calidad artística, nos sumergimos ante un espectáculo
en el que solamente hay que dejarse llevar por la música y la letra de las canciones únicas e impecables de la gran autora, disfrutar y celebrar la vida.
El amor y los abrazos fluyeron en el ambiente durante todo el espectáculo y a la salida, la propia María, sabedora de la importancia del contacto con su público, saludó y agradeció el cariño que se respiraba en el patio de butacas, ante la valentía y el arte de la gran intérprete.
Los que pudimos disfrutar del espectáculo volveremos, volveremos a abrazar el coraje de la labor bien hecha y con suerte atrapar algún abrazo que haya podido olvidarse en esa Oficina de Objetos Perdidos.
Sí Sostenido